16 jul 2011

No jugar su juego

¿Desde cuándo la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo se convirtió en algo más que la búsqueda de verdad, memoria y justicia? Es una pregunta que le podríamos hacer al diario Clarín el día de hoy, o cualquier otro día en los últimos 10 años o a posteriori. ¿Es que acaso alguien puede considerar a la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo como una persecución política al diario de mayor tirada de la Argentina y el grupo empresario que lo maneja? Clarín nos enseña en el día de la fecha que sí, que hay gente que puede creerlo:

Los resultados del análisis central de ADN, que comparó los perfiles genéticos de Marcela y Felipe Noble Herrera con las muestras biológicas de personas desaparecidas en los años 1975 y 1976, confirmaron que los hijos de la directora de Clarín no son hijos de desaparecidos. Si bien nunca existieron indicios de que pudieran serlo, esa falsa acusación fue construida y alimentada en el marco de una inédita persecución política y judicial a la familia Noble Herrera, que duró más de diez años y que se intensificó con inusitada dureza y ensañamiento en los últimos tres.

“… persecución política y judicial a la familia Herrera de Noble, que duró más de 10 años”, señala el matutino en su sitio web.  ¿Qué son estos diez años de “persecución política y judicial”? El diario Página 12, siempre comprometido desde sus inicios con los organismos de Derechos Humanos desde su fundación en la década de 1980, señala queartilugios legales, apelaciones, entrega de muestras genéticas contaminadas y toda clase de obstáculos para conocer la verdad” fueron los recursos que la familia Noble Herrera utilizó para demorar la resolución judicial. Además:
Los Noble Herrera apelaron todas las resoluciones judiciales, pese a que la propia Herrera de Noble hizo públicas sus dudas en una carta firmada por ella misma el 23 de diciembre de 2002 en la que decía: “Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hubieran sido víctimas de la represión ilegal”. Las maniobras llegaron al extremo de que hubo una entrega de muestras en el Cuerpo Médico Forense, no habilitado para hacer el cotejo y que, además, no tenía las muestras de las familias que buscan sus nietos.
Esto, claro está, se contradice con los dichos del diario Clarín; que afirma que:
El caso Noble Herrera podría haberse resuelto hace 8 años, cuando los hermanos ofrecieron por primera vez un análisis de ADN voluntario, que luego fue ordenado por la Justicia y ratificado en todas sus instancias. Inexplicablemente, sostuvieron los abogados, no se pudo hacer ese examen por la negativa de las familias querellantes, pese a que los hermanos entregaron muestras de su ADN al Cuerpo Médico Forense el día 28 de diciembre de 2009.

El gran problema con esas muestras y que no señala el matutino es que no daban garantías de no estar adulteradas. Claro, a estas alturas, cuando parece que todo salió bien para Ernestina y compañía, mencionarlo parecería banal. Mejor dejar todo en “…persecución política y judicial…”.  Estas muestras fueron tomadas de forma irregular y no como estipula la ley nacional del Banco Nacional de Datos Genéticos (Ley 26.546). Ésta establece:

ARTICULO 2º — Objeto. Constituye el objeto del Banco Nacional de Datos Genéticos garantizar la obtención, almacenamiento y análisis de la información genética que sea necesaria como prueba para el esclarecimiento de delitos de lesa humanidad cuya ejecución se haya iniciado en el ámbito del Estado nacional hasta el 10 de diciembre de 1983, y que permita: a) La búsqueda e identificación de hijos y/o hijas de personas desaparecidas, que hubiesen sido secuestrados junto a sus padres o hubiesen nacido durante el cautiverio de sus madres; b) Auxiliar a la justicia y/o a organizaciones gubernamentales y no gubernamentales especializadas en la materia objeto de esta ley en la identificación genética de los restos de personas víctimas de desaparición forzada. 
ARTÍCULO 3º — Funciones. El Banco Nacional de Datos Genéticos tendrá las siguientes funciones: a) Efectuar y promover estudios e investigaciones relativas a su objeto; b) Organizar, administrar y actualizar de manera continua el archivo nacional de datos genéticos, custodiando y velando por la reserva de los datos e información obrantes en el mismo, de acuerdo a lo establecido en la Ley 25.326, de protección de datos personales y a los recaudos éticos para las bases de datos genéticos indicados por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS); c) Actuar a través de su director general técnico y el resto de los profesionales que lo integren como peritos oficiales exclusivos ante los jueces competentes en las causas penales que tengan por objeto la identificación de las personas mencionadas en el artículo 2º inciso a), de la presente ley, emitiendo dictámenes técnicos y realizando las pericias genéticas que les sean requeridas; d) Adoptar y dictar las normas necesarias para garantizar la corrección y veracidad de los estudios, análisis, dictámenes e informes que por su intermedio se realicen; e) Coordinar protocolos, marcadores, pautas y acciones comunes con otros organismos, entes e instituciones tanto públicas como privadas en los órdenes local, municipal, provincial, nacional e internacional relacionados con su competencia; f) Proponer la formulación de políticas públicas a las diversas áreas y niveles del Estado, mediante el dictado de normas y reglamentos relacionados con el objeto de su competencia.

Pero bueno, entiendo que mencionar eso resulta completamente inútil cuando el caso está ¿cerrado? De acuerdo a Clarín, sí:
(…) Según los informes médicos que constan en sus actas de adopción, Marcela nació en marzo de 1976 y Felipe en abril del mismo año. La justicia le otorgó la guarda de Marcela a la directora de Clarín el 14 de mayo de 1976, mientras que la guarda judicial de Felipe data del 7 de julio de ese mismo año. 
El resultado dejó en claro que Marcela y Felipe no son hijos de personas desaparecidas en ese año, y tampoco en 1975. Por lo tanto, resulta imposible que lo sean de casos posteriores a 1976, ya que desde mayo y julio de ese año los hermanos, entonces bebés, vivieron con Ernestina Herrera de Noble, luego de que la Justicia le otorgara la guarda de ambos.
Ahora bien, un comunicado emitido por Abuelas de Plaza de Mayo señala otra cosa que es interesante tener en cuenta:
Las Abuelas de Plaza de Mayo informamos que cerró una nueva etapa del cotejo de los perfiles genéticos de Marcela y Felipe con los familiares que buscan niños secuestrados entre 1975 y 1976. El Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) comunicó esta noche que, en tres de las 55 familias cuyo perfil genético fue confrontado con el de Marcela, no puede determinarse si mantienen o no vínculo biológico con la joven, y que una de las 57 familias cotejadas con el perfil de Felipe, tampoco puede concluirse si mantiene o no parentesco.
Es decir, deberá completarse la información genética de esas tres familias para determinar si Felipe y Marcela mantienen o no parentesco con ellas.
Además:
Es sabido que el BNDG se encuentra en permanente construcción, ya que existen muchas familias que desconocían que sus hijas o nueras se encontraban embarazadas al momento de desaparecer. Gracias a investigaciones a partir de testimonios de sobrevivientes de centros clandestinos de detención, lentamente se han ido reconstruyendo casos de embarazadas e incorporando el perfil genético de sus familias al Banco. En este sentido, Abuelas solicitó a la Cámara Federal, en febrero último, que se realicen más de cuarenta exhumaciones para incorporar nueva información genética al Banco.
El terrorismo de Estado borró todas las huellas de los desaparecidos y su descendencia. Por eso, las Abuelas partimos de dudas, nunca de certezas. El rompecabezas se va rearmando gracias a la información que la misma sociedad nos brinda, pero muchas veces resulta imposible completarlo.
El cotejo con el resto del Banco continuará luego de la feria judicial. Sólo entonces habrá concluido la pericia. No existe un resultado negativo. Las Abuelas continuamos cautelosas y expectantes a los nuevos cotejos y a la posibilidad de que el Banco se complete para que tanto las Abuelas como Marcela y Felipe finalmente podamos saber si son o no hijos de desaparecidos.

¿Cómo puede ser que el matutino no nos haya explicado esto? ¿Cómo puede ser que ni siquiera lo haya mencionado? Claro, la defensa de su patrimonio cultural sobre las cabezas de los argentinos, su distópico sueño emulador del grandioso 1984 de Orwell resulta demasiado despampanante como para no ocultar la verdad. La verdad es que la causa no está cerrada. Podrá estacionarse pero no cerrarse. Comprendo que para la doña Rosa que lee Clarín esto importe poco y nada, que todo sea persecución política al pobre oligopolio multimedial. Lo comprendo y no lo comparto. Menos cuando se quiere difamar a las Abuelas de Plaza de Mayo y a toda su lucha para acusar a un gobierno de autoritario –independientemente que lo sea o no-. La lucha de Abuelas es una lucha por la memoria, la verdad y la justicia, por la reparación –aunque sea simbólica- de las familias de las víctimas del terrorismo de Estado que devoró entre las sombras a 30.000. El robo de bebés, esa cruel invención made in Argentina, es un crimen de lesa humanidad que ellas nunca –repito NUNCA- han utilizado para fines sectarios del gobierno de turno. Es un insulto, una difamación a su trayectoria. Es casi pornográfico.
Independientemente que Marcela y Felipe Noble Herrera sean o no sean hijos de desaparecidos, el triunfo no es un triunfo de Clarín ni del gobierno de CFK, sino de los argentinos todos, de la Justicia con mayúscula, de la memoria, de la verdad. Será un triunfo de todos aquellos que hemos estado siguiendo esta causa casi como un reality show, como una película de ciencia ficción sin saber cómo es que irá a terminar. Será un triunfo de los organismos de derechos humanos.
Independientemente del rechazo que sienta por Clarín, por su caótica organización, por su atentado contra la lengua castellana, por su ideología fundada en el lobby empresarial, por su proscripción de la memoria del pueblo argentino; la causa de los hijos de Herrera de Noble lo trasciende. Sean o no hijos de desaparecidos, el diario seguirá siendo un desastre, una vergüenza para todo el pueblo argentino y el que cambie de parecer por aquéllo y crea, como le hacen creer estos sátiros, que detrás de toda la causa hay una “persecución política y judicial” no merece mi respeto en lo más mínimo. Sólo demuestra la profunda ignorancia, el comerse la chicana constantemente. Lamentarse, asimismo, por los resultados tampoco lo acepto. Hay que celebrar –más allá del rechazo a Clarin- el avance de la memoria. Lamentarse es jugar en el mismo paradigma cultural que ellos nos imponen pero para el otro lado. Jugar a lo ellos juegan es no salir nunca de ese pequeño cuadro de pensamiento en el que continuamos viviendo.
Me quedo con las palabras de Estela de Carlotto y dejo sujeta esta entrada a posibles modificaciones futuras:
“Las Abuelas de Plaza de Mayo siempre insistimos en que lo que nos interesa es la verdad, sea cual fuere…”

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