19 jul 2011

Entrevista de Trabajo: "Soy un voluptuoso. Yo soy un libertino..."

Director: Buen día, caballero. Pase usted. Tome asiento.
Yo: Le agradezco infinitamente, por más que el infinito no pueda ser medible, pero me gustaría permanecer parado.
Director: No hay problema. Usted me envió su currículum vitae hace unos días, ¿no?
Yo: (con rostro preocupado) ¿Acaso no cumplo con sus expectativas?
Profesor: Para nada. Su C.V. es muy interesante. Pero comprenda, sucede que nosotros consideramos en un primer momento la contratación de un nuevo profesor de biología para dar clases de educación sexual. Verá, desde el Ministerio de Educación nos están presionando para enseñar educación sexual en nuestra institución y nuestro actual profesor se niega a hacerlo. Cuestión de principios morales, ¿vio? Por ello, buscamos un profesor para pagarle por las horas que trabajo en el dictado de educación sexual.
Yo: ¿Como un trabajo a destajo?
Director: Algo así.
Yo: No. De hecho, es así.
Director: No creo que nos debamos reducir a meros formalismos semánticos. El punto es que me llamó mucho la atención, y por ello lo llamé a usted, que un profesor de filosofía se ofrezca a dar clases de educación sexual. Los motivos no puedo descubrirlos sin ayuda, y quizás una exposición suya de las virtudes de su posible contratación le ayude a hacerla posible. ¿Me podría mostrar esas virtudes?
Yo: ¡Cómo no! Me parece interesante la idea de poder darle un enfoque más humanista a la educación sexual. Enseñar desde la Filosofía, desde las distintas corrientes de pensamiento y paradigmas epistemológicos y ontológicos, el valor de la sensualidad, su teleología.
Director: No entendí nada de lo que me acabó de plantear, pero suena interesante. Por favor, continúe.
Yo: Bueno, es sabido que hubo grandes humanistas que han explorado los aspectos profundos de la sensualidad humana, sus virtudes y defectos. Creo que no todo se reduce al mero funcionamiento de los órganos. Además, yo no tuve clases de educación sexual en el colegio y supe siempre ponerme un preservativo. Puedo enseñarles a los chicos eso y enfocarme en la enseñanza de la filosofía.
Director: Lo que dice tiene mucho sentido, caballero. Y dígame, ¿qué aspectos les podría enseñar a los chicos a través de las clases? Se lo pregunto como un total ignorante de la materia…
Sí, yo enseñaría a Sade en las clases de educación sexual...
Yo: Los aspectos fundamentales de la obra del Marqués de Sade, por supuesto. Verá, soy un voluptuoso. Soy un libertino que busca la satisfacción de sus deseos en la provocación de las más terribles transgresiones de la hipócrita moral cristiana. No me interesa qué es lo que plantean las costumbres que sólo consiguen oprimir el espíritu libre y bienaventurado del voluptuoso que consigue, a través de la egoísta satisfacción de sus placeres, la única felicidad posible en el Mundo. ¿Acaso a usted le asustaría que los jóvenes despierten de su sueño racionalista? ¿Qué comprendan que han defendido valores que sólo les provocarán la insatisfacción en la vida y luego morirán vacíos y no llenos de voluptuosa paz? ¿Que sus padres los han defendido sólo para dominarlos y angustiarlos en una falsa moral? ¿Que han hecho lo imposible para alejarlos de su propia naturaleza?
Director: Ajam. Eso es muy interesante.
Yo: Creo que las clases de educación sexual con la obra del Marqués de Sade servirán para hacer a los jóvenes comprender la importancia de la sensualidad por sobre todas las falsas idolatrías morales y racionales. También haré apología a la quema de los libros de Kant y de las editoriales que publican sus libros.
Director: Su propuesta es muy interesante, caballero. Déjeme meditarla con paciencia junto con las otras propuestas que me han acercado colegas suyos. Con colegas me refiero a profesores en general y no a profesores de filosofía en particular. Luego lo llamaré para comunicarle mi decisión.
Yo: ¿Le dejo mi número telefónico?
Director: No hace falta.

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