4 dic 2011

Dialogando con mi conciencia


Edmund Husserl

UNA VOZ: Hola.
YO (en tono fatigado): Hola. ¿Quién sos?
(Aparece una persona enfocándose la cara con una linterna)
UNA VOZ: Soy tu conciencia, ¿quién más?
YO: ¿Qué querés?
CONCIENCIA: ¡Cuántas preguntas! No quiero nada. Me disparé intencionalidad a mí misma.
YO: ¿Estás herida?
CONCIENCIA: No, estoy lo más bien.
YO: Pero pará… leí una vez que no te podés disparar intencionalidad sobre vos misma porque sos negatividad pura.
CONCIENCIA: No. Eso es todo verso. Son giladas que decía Sartre. Vos viste cómo son los franceses… ¡Pero qué cosa! ¡Te pregunto pero soy quien te trae a los franceses en su aparecer fenoménico disparando intencionalidad!
YO: Tenés una cierta fijación con eso del disparo.
CONCIENCIA: Sí, pero no tengas miedo. Lo que pasa es que así funciono; a los tiros. Así te abro al mundo.
YO: ¿Yo soy el dasein?
CONCIENCIA: ¡Qué sé yo!
YO: ¿Qué soy yo?
CONCIENCIA: No sé qué responderte. ¿Me das un mate?
YO (dándoselo): Servite.
CONCIENCIA (haciendo ruido con la bombilla porque aspira fuerte): ¿Sabés qué? Te me apareces cansado. Tenés unas ojeras terribles. Mire desde donde te esté mirando, se te ve mal.
YO: No me vengas con mambos fenomenológicos.
CONCIENCIA: Perdón. A veces me emociono, pero resulta que es lo que mejor sé hacer.
YO: Me di cuenta de una cosa: al final vos criticás a Sartre pero mi Yo está fuera de la conciencia.
CONCIENCIA (haciendo un gesto con la mano denotando cierto aire de complicidad): … Me cachaste. ¿Pero qué te pasa que te me aparecés cansado?
 YO: No me puedo dormir.
CONCIENCIA: Para mí es el mate. La mateína es despavilante.
Yo: Es probable.
CONCIENCIA: ¡No seas escéptico!
YO: Me criticás pero el que habla de vos siempre lo hace a su manera.
CONCIENCIA: ¿Qué querés decir?
YO: Sos un paria. No tenés ni apellido.

CONCIENCIA, ofendida, se marcha de la escena. El cuadro se oscurece y se sumerge en el silencio.

CONCIENCIA (apareciendo): Volví.
YO: ¿A dónde te fuiste?
CONCIENCIA: A comprar un par de cosas… lavandina, carilinas.
YO: Me dejaste en la inmanencia pura.
CONCIENCIA: ¡Uh! Perdoná. Me ofendí un toque con las cosas que me dijiste y me fui porque no quería pelear más.
YO: ¡Era el ego cogito!
CONCIENCIA: Creo que no, pues el ego cogito tiene conciencia. Eras autoafección. ¿Pero qué pasó?
YO: Nada. Después volviste y ahora tengo apertura a los entes.
CONCIENCIA: Lo importante es siempre el cogitatum.
YO: Pero la duda metódica lo deja fuera de juego.
CONCIENCIA: ¿Y qué es para vos lo más importante?
YO: El sentirse sufriendo la vida.
CONCIENCIA (haciendo ademanes extravagantes con la mano libre): ¡Pará! ¿Te dicen Racing o Michel Henry?
YO: Estás muy bardera.
CONCIENCIA: Me tenés podrido. Un chiste y ya me venís con las ofensas.

CONCIENCIA, ofendida, se marcha de la escena. El cuadro se oscurece y se sumerge en el silencio.

CONCIENCIA (apareciendo): Hola. Mirá, te quería pedir disculpas.
YO: No pasa nada. No te hagas drama. Te pido, nomás, que no me cierres más al mundo.
CONCIENCIA: Vos fumá.
YO: ¿Qué hora es?
CONCIENCIA: Las 3 de la tarde. Estuviste babeándote desde que me fui hasta que regresé.
YO: ¡Con razón tanta saliva!
CONCIENCIA: ¡Eras la inmanencia radical! ¡Eras autoafección pura!
YO: ¡Tal es así que mi baba lo evidencia!
CONCIENCIA: ¡Los ojos desorbitados, tenías!
YO: ¡Sabés lo que sufrí!
CONCIENCIA: Vos te la pasás sufriendo.
YO: ¿Querés comenzar de nuevo con las discusiones y las ofensas?
CONCIENCIA: Seamos ingenuos. Ésa es la actitud fenomenológica.
YO: Dejá de hacer bondi.
CONCIENCIA: Te me aparecés desesperado.
YO: ¡Lo estoy!
CONCIENCIA: Ok, la corto. ¡Che! (enfocando con su linterna una mujer) Mirale el culo a esa mina.
YO: ¿A cuál?
CONCIENCIA: Ese culo que está conectado a mí por los hilitos de la intencionalidad.
YO: Muy lindo el culo de la guacha. Che, al final, ¿Husserl o Sartre?
(Se escucha el sonido de un celular. CONCIENCIA lo saca de su bolsillo)
CONCIENCIA: Ya te respondo (atiende el celular). Hola… sí… sí… Dale… te estoy trayendo a mí… beso (CONCIENCIA corta la comunicación). Che, me tengo que ir. Se me casa mi cuñado.
YO: ¿Y yo qué hago?
CONCIENCIA: ¡No te puedo cuidar de todo, negro!
YO: ¡Pero andate a la puta que te parió, Conciencia!

CONCIENCIA, ofendida, se marcha de la escena. El cuadro se oscurece y se sumerge en el silencio.

No hay comentarios: