20 jun 2011

Anécdota de colectivo: "El mejor lugar..."

Tomé el 303 una tarde con el objetivo de volverme a mi casa luego de haber terminado el día en el colegio. Contaba, si no me equivoco, con unos 15 ó 16 años. Supongo, de cualquier forma, que este último es un dato irrelevante. ¿Qué importancia puede guardar tan sólo un año de diferencia cuando han transcurrido tantos eventos en la cotidianeidad de mi vida? Además, el uniforme escolar hace que todos esos años  sean o parezcan monótonos entre sí. Es como período homogéneo.
Tomé el colectivo. Le indiqué al chofer el boleto y luego pagué en la maquina la tarifa correspondiente. El colectivo se encontraba lleno, a excepción de un solo asiento. Un señor mayor, sentado del lado del pasillo, junto al lugar vacío, me observó con cierto aire nostálgico. Vestía un traje pasado de moda. Era calvo. Llevaba orgulloso un grueso bigote blanco.
- Permiso – le pedí, al tiempo que él se achicaba para dejarme pasar. Luego, en tono jocoso me  señaló:
- ¡Que cosa! ¡Junto a la ventana y conmigo, te agarraste el mejor lugar del colectivo!
Incrédulo, observé al anciano y una sonrisa se dibujó en mis labios. Estuvimos todo aquel viaje hablando de la vida. Él me contó que le recordaba a un nieto suyo que se había marchado con su padre a España luego de la Crisis de 2001. No lo veía desde entonces.
- ¿Pero usted no se volvió a comunicar con ellos, es decir, su hijo y su nieto? – le pregunté.
- No seas tonto, nene - me reprendió con ternura -. Hablo por teléfono mucho con ellos. Sin embargo, y es algo que creo que comprenderás, no es lo mismo tener a tus afectos a una caminata o un colectivo que a un Océano y más de distancia.
Me contó que tenía otros nietos:
- Tres nietos más. Todos varones. Hinchas de Boca. Yo los jodo.
- ¿Por qué?
- Porque soy hincha de San Lorenzo. Nosotros siempre le ganamos a Boca. ¿Vos hincha de qué club sos?
- Soy de Vélez.
- ¡Nene! ¡Qué ganas!

El anciano se bajó conmigo. Cuando pisamos suelo firme nos quedamos en silencio, uno frente al otro. Él tomó la iniciativa. Me abrazo fuertemente y luego, un beso en la mejilla.
- Gracias, pibe, por la charla.
Luego se fue caminando en dirección opuesta a la mía. Nunca más lo volví a ver.

1 comentario:

BIOPUSSY dijo...

Señor, ha usted sacudido hasta el rincón más escondido de mi alma.
Si hay historias que conmueven, esta es una de ellas!!!